La Paradoja de la Seguridad y del Empleo
Resumen
Dada la escasez de investigaciones que aborden cuáles son las variables que inciden en los indicadores delictivos para economías no-desarrolladas, en este artículo se analiza cuáles son las determinantes del crimen en México, específicamente aquellas vinculadas con el mercado laboral, la inmigración y la política fiscal. Se parte de datos anuales, pero aplicando la técnica de interpolación cúbica se genera una muestra mensual que abarca desde enero de 2000 hasta diciembre de 2016, con la cual se calculan las funciones impulso-respuesta a partir de la construcción de un modelo de vectores autorregresivos estable y sin problemas severos de autocorrelación. Los principales resultados señalan la incoherencia en el discurso oficial de la federación que promete disminuir la inseguridad padecida en México, a la vez que pugna por reducir la cantidad de empleos públicos a nivel federal, puesto que, si bien las estimaciones indican que los mexicanos prefieren emplearse en trabajos con remuneraciones insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas antes que actuar fuera de la ley, la incapacidad de insertarse en el mercado laboral está vinculada con mayor cantidad de actividades ilegales. Adicionalmente, la inmigración genera mayores índices delictivos en la medida que la población inmigrante es incapaz de acceder a servicios púbicos en el país receptor. Además, el incremento de recursos públicos destinados al combate al crimen aumenta el número de crímenes detectados.
Palabras clave: Modelo estructural de vectores autorregresivos (SVAR); Crimen, Mercado de trabajo; Política fiscal; Inmigración.
Clasificación JEL: C32, H39.
Evolución del crimen y sus determinantes en México durante el periodo 2000-16
En este apartado se analiza la evolución histórica del crimen durante el periodo 2000-16, así como de las variables que tentativamente la determinan. De acuerdo con la revisión de literatura llevada a cabo para esta investigación, la mayoría de los artículos abordan este tema para Estados Unidos y para las principales economías europeas, algunas excepciones son Antonaccio et al., (2010) que analizan a Rusia, Ucrania y Grecia; Anwar et al., (2017) a Paquistán; González (2016) a Chile; Espinosa et al., (2009), Geissler & Holmes (2015) y Medellín (2014) a México; Tsapenko (2015) a Rusia. Esta investigación abona al poco acervo de conocimiento dedicado a explicar cuáles son las principales causas del crimen en México, problema que aqueja la vida diaria de la población en el país y se ha convertido en uno de los principales retos del gobierno mexicano; con este esfuerzo se espera estimular otros que colaboren a generar información que estimule la construcción e implementación de políticas públicas eficaces y eficientes que reduzcan los índices delictivos en favor del bienestar de la población. La mayoría de la información fue obtenida del Informe de Presidencia de la República 2016-2017, solamente la correspondiente a remuneraciones salariales e Índice Nacional de Precios al Consumidor fue descargada del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Las variables de gasto están expresadas por cada cien mil habitantes a precios constantes de 2011 para considerar la depreciación de los recursos monetarios causada por el aumento de los precios, así como la distribución de recursos públicos de acuerdo con la cantidad de habitantes en el país.
A lo largo del lapso 2000-16, el total de crímenes ha aumentado en más del 17%, pasando de 1.3 millones a más de 1.6; desde 2011 hasta 2015 ostentó una tendencia decreciente, sin embargo, repuntó a partir de 2016. A través del periodo analizado, la composición del crimen se ha mantenido contante (ver cuadro 1), la mayor proporción de delitos corresponden a robos, seguidos de los crímenes culposos y dolosos, posteriormente se ubican aquellos que implican lesiones y los de daño en propiedad ajena. Al observar que 2011 fue el año con mayor número de crímenes cometidos, destaca que ese mismo año la tasa de desocupación alcanzó su nivel máximo (5.24) en el transcurso del siglo XXI; en el periodo analizado el total de delitos y la tasa de desocupación exhiben una correlación equivalente a 0.8 (figura 1); la tasa de desocupación mostró una tendencia creciente en el lapso comprendido de 2000 a 2004, para descender los dos años posteriores, pero a partir de 2006 ha exhibido una tendencia a la alza, la cual se acentuó a partir de 2008 hasta alcanzar su punto máximo en 2011; aunado a lo anterior, la tasa de subocupación y los crímenes están correlacionados positivamente (0.60). Si bien la evidencia descrita no es indicio de causalidad, sugiere un vínculo cercano entre mercado laboral y niveles de inseguridad, enfatizando la posibilidad de que el nivel de inseguridad en México disminuya conforme mejoren los indicadores de nivel de empleo y el poder adquisitivo del salario. Por otro lado, el coeficiente de correlación entre crimen y gasto público en seguridad asciende a 0.71, indicando un vínculo importante entre recursos y la detección de delitos, lo que debería reducir los incentivos a violar la ley en el futuro dada la mayor posibilidad de ser aprehendido. Durante el lapso analizado estos recursos crecieron a una tasa anual promedio superior al 10%, pero entre 2009 y 2010 rebasaron el 20%, 18 puntos porcentuales más que el erario ejercido para combatir la pobreza; desde 2014 el gasto en pobreza disminuyó de 333 mil de millones de pesos reales a aproximadamente 315 en 2016, mientras que el destinado a seguridad continuó aumentando.
Otra variable correlacionada de manera importante (0.57) con los hechos delictivos con la población extranjera que reside en México, de la cual 28% reside temporalmente. De 2007 al 2008 este flujo mantuvo una tendencia creciente, pasando de 250 mil eventos a casi 390 mil; dos años después se experimentó un éxodo que culminó en poco menos de 260 mil residiendo en el país, pero de 2010 a 2012 aumentó nuevamente.
En resumen, de 2000 a 2016 las personas sin ascendencia mexicana que residen en el país aumentaron en más del doble. En lo que respecta al vínculo entre flujo inmigratorio y crimen, las oscilaciones del total de delitos no coinciden con las entradas y salidas de extranjeros señaladas. Aunado a lo anterior, asumiendo que la población inmigrante se asiente en zonas con mayor población, la alza en el índice delictivo puede deberse a la concentración poblacional, variable que arroja una correlación con los hechos delictivos superior a los 0.75 puntos, esta evidencia es coherente con aquella que arguye que la inmigración no genera mayor cantidad de delitos, la cual es motivo de factores estructurales de las zonas receptoras, como pueden lo es la densidad poblacional, Alves (2014), Anwar et al., (2017), Coccia (2014), González (2016), Sydes (2017).
Christopher Cernichiaro Reyna
Docente UO Global University Online